/* link href='https://www.tebeosfera.com/BALUN.ico' rel='shortcut icon' type='image/x-icon' */ Asociación Cultural Tebeosfera: TEBEOSFERA EN LAS AULAS

martes, 24 de mayo de 2011

TEBEOSFERA EN LAS AULAS


José Manuel Hinojosa, colaborador de TEBEOSFERA, decidió introducir a un historietista en las clases que imparte en un instituto granadino para incentivar a sus alumnos. Aceptó su invitación uno de los más prometedores autores españoles del momento, Francis Porcel. Como socio que es de la ACyT el profesor Hinojosa, damos aquí cumplida información de la enriquecedora experiencia que supone utilizar el cómic en el aula.



Porcel frente al encerado.

EL CÓMIC COMO INSTRUMENTO CREATIVO

A mis alumnos de segundo B, esperando que todo les vaya bien.

José Manuel Hinojosa, Atarfe, mayo de 2011

Francis Porcel se acercó al IES Iliberis, en la localidad de Atarfe, Granada, el viernes 13 de mayo, a ofrecer a los estudiantes de segundo de la ESO B una clase práctica de cómic en la hora de Lengua Castellana y Literatura. Fue él mismo quien nos brindó una idea bastante atrayente para plantear la clase: transformar en cómic una historia breve escrita por los muchachos.

Como las casualidades parecen no existir, el profesor de Lengua Castellana y Literatura que escribe estas líneas había pedido a sus alumnos que se organizasen en pequeños grupos para desarrollar una novela a lo largo de la segunda evaluación. El hecho de sustituir los temidos exámenes por escritos respondía a la convicción del profesor de que la invención de una serie de historias resultaría mucho más creativa que la repetición de las mismas respuestas una y otra vez, es decir, mucho más motivadora que cualquier examen. Dichas cortas novelas se trabajaban en clase, los viernes precisamente, y fueron los mismos estudiantes los que decidieron qué historia debía dibujar Francis. La obra escogida fue “El secuestro”, realizada por José Manuel Lafuente Ortega y Martín Eduardo Pérez (y no, no cambiará, ni mucho menos, la historia de la novela moderna pero hay que entender que se trata de niños de trece y catorce años a los que la literatura, también el cómic, les queda un poco lejos en ocasiones).

El croquis de la historia.

La trama era básicamente la siguiente: un hombre, Martín, es secuestrado y su hermano, José Manuel, y una amiga, Lidia, lo salvan. Martín, José Manuel y Lidia son nombres de estudiantes de esa clase y eran los más interesados en que el dibujante de La ciudad de los muertos asistiera a una de las clases porque imaginaban que si iba a crear ese cómic en la pizarra estaba claro que ellos iban a aparecer en ella. La primera parte de la clase les resultó un poco difícil a los alumnos debido a que hubo una explicación teórica. Fue realmente breve pero la teoría acaba por cansar porque los chicos están acostumbrados a un tipo de clases en las que todo acaba por resultar descorazonadamente teórico, un modelo de educación que repiten los mismos esquemas de hace cincuenta años.


El autor instruyendo a los alumnos: Jesús Lucena, Enrique Moreno Ortega y Sergio Nicolás Cuadro.

Después de esta brevísima introducción teórica, el dibujante comenzó a esbozar en la pizarra la historia elegida por los estudiantes y en ese momento, si bien los niños se mostraban decepcionados en un principio, fue cuando comenzaron a disfrutar realmente de la clase al comprobar la rapidez y la precisión con la que se iba construyendo la historieta. Francis les explicó que en una hora era imposible dibujar una historia viñeta a viñeta y que cuanto podía hacer era un esquema de la historieta que se iba a desarrollar, y les recordó que lo importante en el cómic es precisamente el espacio entre viñeta y viñeta, elegir los espacios en los que ellos deben reconstruir la historia. Luego se extendió en detalles como por ejemplo diferenciar entre un espacio estático y curvas cinéticas dentro de una viñeta concreta.

Algunos de los estudiantes disfrutaron hojeando el cuaderno de trabajo que les fue pasando luego de mesa en mesa mientras les aclaraba que el tiempo que pasa cada día dibujando puede ser el que invierte cualquier persona en su trabajo, y que sin esfuerzo es imposible conseguir algo. Como dirá más tarde a uno de los estudiantes: “En mi clase había gente que dibujaba mejor que yo pero acabaron por dejarlo. Yo insistí e insistí”. Otros estudiantes, como Enrique Moreno Ortega o Nicolás Sergio Cuadro disfrutaron usando las herramientas que Francis dejó en la mesa: plumillas, pinceles, etc., y se perdieron totalmente en su mundo. Lo que son las cosas: no prestaban atención a Francis porque están desarrollando su creatividad con las herramientas de trabajo de este creador. Otro de los comentarios por parte de los estudiantes, mostrando gran ingenuidad con respecto al mercado editorial español, fue: “Joer, con lo bien que dibuja tiene que ganar por lo menos cinco mil euros al mes!” La ingenuidad hecha pensamiento.


Uno de los dibujos que Porcel dedicó a los alumnos.

El momento cumbre para todos los estudiantes se produjo cuando, quedando poco para acabar la clase, Francis comenzó a dibujar a alguno de los estudiantes, en este caso a los tres protagonistas de la obra desarrollada: Lidia Esther Villalta, José Manuel Lafuente Ortega, Martín Eduardo Pérez y Gabriel Manuel Bosch Barrera, que posaron con calma y paciencia, la misma calma y paciencia de la que hizo gala el creador del blog http://pajasdmono.blogspot.com para estar casi media hora dibujando los rostros de unos y otros, con un grupo de estudiantes a su alrededor que no daban crédito a lo que estaban viendo entre comentarios. Por primera vez este año, algunos estudiantes se quedaron en el aula durante el tiempo del recreo, cuando habitualmente suelen salir al patio a toda velocidad. Allí se quedaron, disfrutando de la creatividad de un gran autor al hallar la motivación necesaria para permanecer en una clase que había cesado hacía casi veinte minutos.

Alguno de los estudiantes, entre ellos, Francisco Vargas, acompañó a Porcel hasta la puerta del instituto para darle las gracias y pedirle que volviera ya que habían disfrutado inmensamente y querían más cosas de ese tipo, más divertidas y creativas que cualquiera de las lecciones que recibían.

Lo inesperado: los alumnos prefieren quedarse a departir con el invitado antes que disfrutar de su tiempo de recreo!

Como solemos sugerir, la educación no debería seguir los mismos esquemas obsoletos por los que se ha regido desde hace más de treinta años, sino ayudar a nuestros estudiantes a encontrar su camino, su crecimiento personal, a través de la motivación y de la creatividad, pilares básicos en la "construcción de una sociedad compuesta por ciudadanos críticos" (en palabras de un educador extraordinario, Ken Robinson). En suma, disfrutamos de una clase tan motivadora como creativa que los alumnos tardarán en olvidar, lo cual hay que agradecer a Francis Porcel, que conviene que sepa que los estudiantes ya han puesto sus dibujos en las paredes de sus habitaciones y que los cuidan como si fuera un auténtico tesoro.


2 comentarios:

  1. ¡Qué maravilla!
    Este es el buen camino para difundir el cómic.

    Un abrazo

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  2. Enhorabuena por los resultados. Y es que Francis es de los que da sentido y lustre a la palabra "maestro".

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